domingo, 13 de noviembre de 2011

FILOSOFIAS

KANT.
 
Según, Kant, hay tres preguntas que se hace el hombre. Qué puedo saber? (filosofía teórica, ciencia). Qué puedo hacer? (filosofía práctica, ética). Qué puedo esperar? (filosofía de la religión y de la historia). Pues bien, como no me canso ni me cansaré de decir, mi interés por la filosofía no es procientífico, de manera que no hablaré de la prociencia kantiana. Por cierto, el prefijo "pro", para quien no lo sepa, quiere decir "en apoyo de", y así prociencia quiere decir "pensamiento que apoya a la ciencia". Apartada pues la prociencia kantiana, de momento, nos vamos a referir a la ética y a la moral de Kant. Para Kant, la moral está orientada a la acción racional. Según Kant, el hombre posee libertad, puede desear tanto lo bueno como lo malo, lo moral como lo immoral, sólo con que se sienta motivado a conseguirlo. Para Kant la moral es una "creencia razonable", es decir, un conocimiento sintetizable. El hombre no es un ser absolutamente relativo, capaz de hacer cualquier cosa sin sentir que hay cosas morales y apetecibles, y otras immorales y desagradables. Aunque la forma de ver la moral cambie de pueblo a pueblo, todos los pueblos tienen su moral, es decir, para ellos algo es bueno y algo es malo. Según Kant, nuestra moral viene determinada por leyes a priori, es decir, por leyes que existen desde siempre en la estructura del universo. Pero para Kant, las leyes morales son sencillamente inexplicables: así son y así se han de seguir, son parte de la naturaleza. Son parte de la realidad y no son un invento del hombre. Esto queda lejos del hedonismo de Epicuro. Según nuestro racionalista, el hombre no se ha de dejar guiar por conceptos externos (placer, objetivos, miedo al castigo) sinó por sus propios preceptos morales. Pues, según Kant, el niño aprende propio a desarrollar, con la gente, las leyes morales que lleva "a priori" en su sensibilidad. Algo parecido de lo que dijo Sócrates con su maiéutica: "Yo infanto las verdades que ya poseemos desde el nacimiento". Con Kant, pues, el altruismo y la caridad cobran un nuevo significado: ya no es por deber a dios, sinó por seguimiento de las leyes morales autónomas (es un decir). Kant fué el que dijo: "Obra de tal manera que la máxima de tu voluntad pueda valer siempre a la vez como principio de una legislación universal" (lo que conduce inenarreblemente a una moral que no necesita ser tan rígida). Los postulados de la moral kantiana (ya "totalmente racionales", o sea "de la realidad nouménica" (nouménica: del mundo de la razón"), seún Kant), estos postulados son: la libertad, la immortalidad y el Ser Supremo. Parece que Kant presupone que el alma es immortal porque este argumento favorece a la continuidad de la virtud. Ciertamente, si el alma es mortal, tanto da si actuamos moralmente o no, y por esto mucha gente descuidada de la moral, sobretodo los que creen en el individualismo moderno, creen que el alma es mortal. Para Kant, el hombre justo puede seguir haciendo su misión moral (en el cielo, se supone) una vez muerto. Sócrates dijo: "Sólo el hombre malvado desea que tras la muerte no haya nada". Kant dijo: "mi moral no enseña a conseguir la felicidad, sinó a hacerse digno de ella". Digno de la felicidad para Dios, claro. Así, pues, según Kant, si el hombre sigue la ley moral, la felicidad ya le llegará; ni más ni menos. Creo que con esto la moral kantiana queda bastante explicada, bueno, al menos en sus aspectos más prácticos. Pero hay otro aspecto de la moral kantiana a tener en cuenta, aparte de sus postulados: el aspecto de la esperanza, de la religión.
 
NIETZSCHE.
¿Qué es el hombre para Nietzsche? "Fragmento y enigma y espantoso azar". No obstante, ¿cómo dilucidar tal paradoja existencial? En definitiva, rememoro un ditirambo suyo: "Valorar es crear: ¡oídlo creadores! Sólo por el valorar existe el valor: y sin valorar la nuez de la existencia estaría vacía". Empero, el horizonte del hombre se revela inescrutable; tampoco, surge de aquel imperativo Nietzscheano , un referente por el cual el hombre pueda aprehender su destino. En efecto, Nietzsche subrraya: "¿En qué medida soporta la verdad que se la incorpore? Esta es la cuestión, este es el experimento"; y conjetura: "Cuanto más profundo ve el hombre en la vida más profundo ve también el sufrimiento".
Para Nietzsche, el legado metafísico no es verbo, no es postulado; de hecho esgrime: "El mundo nos parece lógico porque primero lo hemos logificado".
Por ende, cuando Parménides en los albores de la ontología enuncia: " No se piensa lo que no es", Nietzsche concluye: "Lo que puede ser pensado tiene que ser con seguridad una ficción". Más aún enfatiza: "Pero suponiendo incluso que hubiera un en sí, un incondicionado, por eso mismo no podría ser conocido: de lo contrarío no sería precisamente incondicionado"; es decir, "Nuestro yo (selbst), del que tenemos conocimiento, ¿no es también el sólo una imagen, algo fuera de nosotros, externo, exterior?".
La ruptura de Nietzsche con todo lo denominado filosofía del Ente, deja entrever la gestación de un cavilar a-conceptual; por ejemplo: "Acuñar al devenir el carácter del ser: he aquí la suprema voluntad del poder". Al respecto, Nietzsche configura el siguiente axioma: "Malvada llamo, y enemigas del hombre a todas esas doctrinas del Uno, lo Inmóvil y lo Imperecedero".
El transfondo que se vislumbra de esta nueva simbología del pensar Nietzscheano, radica en la inversión del concepto /fundamento/ (grund) por la noción /abismo/ (Abgrund). A saber, de Nietzsche transcribo un aforismo esclarecedor: "¿Veís abrirse aquí para vosotros el abismo? Ahora es cuando la montaña del futuro humano está de parto".

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